Hoy en día estamos acostumbrados ya a los juguetes sexuales y a las tiendas eróticas o sex shop como SecretHeart. Vivimos como algo natural disfrutar de nuestro cuerpo en soledad o con nuestra pareja. Es algo que nos hace descubrirnos a nosotros mismos y también lo que nos gusta y lo que no. Pero los comienzos de estas tiendas no fueron fáciles. Hoy te contamos el origen de las tiendas eróticas.
Por suerte las tiendas eróticas son algo habitual y ya no es un tabú entrar en ellas y disfrutar de unos entornos especiales. Incluso hay tiendas eróticas online como es el caso de SecretHeart con todo tipo de productos y unas estupendas ofertas recibiendo lo que necesites cómodamente en tu casa.
Pero los orígenes no fueron fáciles y tampoco son tan antiguos. Si bien había antecedentes de locales semejantes se puede decir que la historia moderna de los sex shop tiene sólo unos 60 años de antigüedad.
Se fija el año 1962 como el inicio de las tiendas eróticas o sex shops como tal. Y el lugar de ese primer sex shop se sitúa en Alemania, justo en la frontera con Dinamarca. En concreto la primera tienda erótica se fundó en Flensburgo (Alemania) y su fundadora fue una mujer: Beate Uhse.
Beate Ushe era una antigua aviadora y toda una visionaria en su tiempo. Había sido piloto de aviones desde los 18 años y se casó casi a regañadientes ya que no quería que convertirse en propiedad de ningún hombre. Era ya una mujer con ideas innovadoras. Durante la II Guerra Mundial perdió a su marido en un accidente de avión y se quedó viuda y con un hijo a su cargo en una época muy difícil y de muchas necesidades.
Ante la prohibición por parte de la Luftwaffe de que sus antiguos pilotos (Beate lo fue) pudieran volar de nuevo con ellos se vio obligada a buscarse una fuente de ingresos. Beate se lanzó a la venta de distintos productos directamente a domicilio.
Este trabajo le hizo entablar relación con muchas mujeres y escuchar sus historias y lo difícil que era vivir sin sus maridos (muchos de ellos muertos en el frente). Y descubrió ciertas necesidades en materia sexual así que ni corta ni perezosa decidió convertirse en educadora sexual.
Lo hacía de manera muy autodidacta mediante folletos explicativos, charlas, etc.
Este proceso de décadas llegó hasta 1962, año en que decide abrir su propio local como sex shop. Este local se centraba en venta de productos de higiene sexual además de preservativos, lencería y otros juguetes eróticos.
Esta primera tienda también se convirtió en un centro pedagógico, en especial para las mujeres que eran las que más acudían al mismo. Información, educación, charlas sobre distintas temáticas como los anticonceptivos, el control de la natalidad o el autoconocimiento del cuerpo.
Sin duda este primer sex shop fue un lugar importante para que muchas mujeres comenzaran a ver el sexo como algo positivo y que ofrecía la posibilidad de autorrealización y no sólo una obligación con los maridos.
Visto así suena bonito, pero si te decimos que Beate tuvo que enfrentarse a unas 2.000 denuncias antes los juzgados te podrás hacer una idea de lo costoso que fue la tarea.
Aun así el negocio se fue extendiendo y abriendo nuevos locales por toda Alemania. Hasta el punto de que a finales de los años 90 la empresa Beate Uhse AG llegó a cotizar en la bolsa alemana. Beate murió hace exactamente 20 años (en 2001) con 81 años de edad y su cadena de tiendas siguió funcionando hasta hace pocos meses cuanto se vio obligada a declararse insolvente después de casi 60 años de historia.
Como puedes imaginar el mundo y la sociedad de los años 60 y 70 del pasado siglo XX no eran tan avanzadas como lo somos ahora. Aunque algunos se empeñen en decir que seguimos siendo iguales lo cierto es que en muchas cosas no es así. Y el sexo es una gran prueba de ello.
Desde luego la sociedad de aquel entonces era muy distinta a la de hoy en día. Solo baste con recordar, como ya te hemos contado en otro de nuestros posts, que los primeros vibradores modernos fueron ideados por médicos para combatir la enfermedad de la “histeria femenina”, ver para creer.
Por eso no es de extrañar que aquellas primeras tiendas eróticas no fueron siempre bien recibidas. No solía ser comprendida la existencia de estas tiendas, esto unido a la moralidad religiosa mucho más extendida en aquellos tiempos te puede dar una idea de la reacción de la población cercana a dichas tiendas eróticas.
Al abrirse algunas de estas tiendas había actos de repulsa, agresiones e incluso denuncias ante las autoridades públicas para que cerrasen dichos locales. En especial en las sociedades más conservadoras. Tardó unos cuantos años, ya entrados los 90 para que estas tiendas eróticas se vieran con cierta normalidad.
Estas denuncias de la sociedad es lo que contribuían a que muchas de esas tiendas eróticas fueran creadas casi en la clandestinidad. Desde luego eran locales más sobrios que intentaban esconder lo que había dentro.
En muchas capas de la sociedad se consideraba casi locales tan perniciosos como los prostíbulos. Así que los dueños de estas tiendas intentaban pasar desapercibidos y limitaban su publicidad a un “boca a boca” entre sus clientes. Triste pero real.
Los comienzos para asentar dichos negocios debieron ser muy duros para muchos y cosa de valientes.
Afortunadamente la cosa ha evolucionado y las tiendas eróticas de hoy en día son lugares que destacan en el vecindario. Sus escaparates son explícitos, llamativos y llenos de color.
Y no es para menos ya que intentan ofrecer desde el primer vistazo las sensaciones que nos esperan al otro lado de la puerta. Quieren mostrarse abiertamente al público puesto que el sexo no es algo que haya que esconder.
Los colores negros y los escaparates oscuros pasaron a la historia y se han sustituido por imágenes provocativas, luces y letreros luminosos y con una decoración muy sensual.